lunes, 4 de noviembre de 2013

Etiquetas Chateau Mouton Rothschild

Etiquetas Mouton Rothschild

Maurice Cavenier

Al suroeste de Francia, región tradicional en la producción de vinos famosos, se encuentra un emporio comercial al que llegan cada año alrededor de 30 mil visitantes del mundo entero. El museo privado de Philippine de Rothschild es uno de sus principales atractivos.

La región de la Gironde ha sido considerada a través de los siglos como una de las mejores zonas del mundo para la elaboración del vino Bordeaux, o Burdeos en español, es la ciudad alrededor de la cual se desarrollan estas actividades. Las áreas de Libourne, Langton, Blaye y Medos son los sitios donde se presentan más de 57 denominaciones. Suenan familiares Saint-Emilion, Saint Georges, Graves, Cadillac, Pauillac, toda una región donde se cultivan más de cien mil hectáreas en viñas. En Pauillac encontramos el Chateau Mouton RothschildEn La Gironde no se discute cuál de los vinos producidos es el mejor, pues todos tienen las mismas condiciones favorables para ser elaborados. La humedad constante de los suelos, las extensas fuentes de agua, el encepamiento de expertos vinicultores y muchas otras. Sin embargo, cada Chateau "desarrolla su propia personalidad". En 1853 un miembro de la familia inglesa de los Rothschild, el Barón Nathaniel, compró una pequeña estancia en la parte más alta de al población de Pauillac, con el fin de elaborar allí los vinos para surtir su casa en París.Sólo hasta 1922 cuando Philippe, nieto de Nathaniel, conoce las estancia, decide transformarla en una gran casa de vinos. Realiza toda una revolucionaria labor que aún hoy es reconocida como única e insuperable.Sobresale su particular punto de vista acerca del diseño corporativo de la marca.

Arte en la etiqueta
Una manera, entre muchas, de aproximarse y abordar la cultura del vino es por el arte de sus etiquetas, las cuales, en muchísimas ocasiones nos atraen, son sugerentes y se convierten en un factor importante, si no es que dominante, para que escojamos un vino ya sea en el supermercado o en la tienda de especialidades. La etiqueta nació con el propósito de ser una “marca”, un “certificado” que “garantizaba” la autenticidad, procedencia y el origen del vino, cuando éste era comercializado en Burdeos por algunos negociantes londinenses en el siglo XVIII. De esta manera, inadvertidamente se estableció la relación terroir-château-gran vino (la unión del suelo, del subsuelo, de la exposición al sol y del entorno, que determina el carácter de un vino) marcando la atención a la calidad. A partir de ese momento los vinos comenzaron a ser juzgados, apreciados y pagados en función de su calidad. La etiqueta empezó así a dotar de identidad al vino. En un principio, las etiquetas cumplían con funciones meramente informativas acerca de la región y la comuna de procedencia: Médoc (la comuna), Bordeaux (la región), pero no mencionaban el nombre château, ni obligaciones, ya que podían incluir o excluir tanta información como les placiera. Las primeras reglamentaciones concernientes a las etiquetas de los vinos coinciden con la introducción legal de las denominaciones de origen en diversos países durante la primera mitad del siglo pasado. Hoy en día la etiqueta es la cartilla de identidad del vino, que además nos da información sobre diversos tópicos: volumen, grado alcohólico, región, añada, etcétera. El diseño de la etiqueta ha tenido un desarrollo impresionante en la industria reciente del vino, a pesar de haber gran número de productores en el mundo que se conforman imprimiendo sus etiquetas con el impresor de la esquina. Por otro lado, es interesante apuntar que, aunque no que cabe duda de que hoy como nunca antes tenemos acceso a gran diversidad y calidad de vino, son todavía pocos los comerciantes o dependientes que pueden aconsejarnos sobre las cualidades y características de tal o cual botella. El vino tiene que venderse solo, y es tanto en las etiquetas como en las marcas que el productor tiene que reflejar los atributos y la personalidad de su vino, su etilo y su carácter: si se trata de un vino juvenil, ligero, fresco, fácil de tomar, con aromas y sabores florales como el Beaujolais o es un vino sobrio, elegante, potente, clásico, como un buen Burdeos o un Ribera del Duero español. Pero, más aún, cuando la etiqueta es artística nos transmite equilibrio, color, firmeza (todas estas cualidades también de un buen vino). No olvidemos que la etiqueta no es lo esencial en una botella, sino que es el marco en una obra de arte. No forzosamente una bella etiqueta es garantía de que lo contenido en la botella sea soberbio, ni que todo lo dorado de ésa signifique que nos tomaremos un vino de clase, o que su apariencia de pergamino sea sinónimo de un vino largamente añejado. Muchas veces se desea que el diseñador de arte de la etiqueta hubiera sido también el responsable en la elaboración del vino, pues se hace evidente que tiene mejor gusto que el enólogo. No obstante, las bellas etiquetas seguirán induciéndonos a adquirir nuevos vinos y, con el tiempo, nuestra afición y gusto se habrán acrecentado, habiendo descubierto en el camino aromas y sabores provenientes de todo el mundo. 
En la actualidad, los temas que aparecen plasmados en las etiquetas son diversos e imaginativos y  podemos encontrar desde viñedos, que ilustran la variedad de paisajes y sitios donde se produce el vino; cavas y barricas que ilustran donde el vino pasa parte de su vida; castillos y heráldicas que reflejan, después de todo, que históricamente la mayor parte de la producción del vino siempre ha estado bajo el control de la aristocracia; flores, usualmente en forma de guirnaldas y ramilletes; diseño, sobre todo en países como Italia, el Nuevo Mundo y Australia, entre otros; arte, obras de autor específicamente comisionadas para ilustrar la etiqueta; mapas, en muy pocas ocasiones; hasta personajes, animales, tipografía y conmemorativos, entre otros.


El Barón Philippe fue una persona excéntrica. Amante de las artes, un apasionado por las tendencias vanguardistas de la época y un amante de las emociones fuertes.Construyó el Chateau tal como se ve hoy. Resultaba ese momento una construcción moderna con características muy distintas a cualquier otra casa de vinos. Tapón de vidrio para los barriles de la bodega del último año. La iluminación con un efecto teatral donde utilizó, por primera vez en Pauillac, la luz eléctrica.
Buscaba afanosamente darle una identidad propia al vino.Empezó por embotellarlo en su propia casa, pues desde siempre esta labor le correspondía  a los comerciantes. Le dio matices de su personalidad a la etiqueta en la botella. Por ser del signo zodiacal de Aries, en el escudo aparece el carnero. Además, las cinco flechas, que simbolizan las cinco personalidades que inmortalizaron el nombre de Rothschild el siglo pasado.En 1924 el Barón Philippe pide al cubista Jean Carlu, creador de la publicidad exterior en el mundo, la elaboración de una etiqueta diferente.




La innovación es tan fuerte que los comerciantes se niegan a distribuir su vino. Retorna entonces nuevamente a la etiqueta tradicional. Años más adelante, en 1945, tras el triunfo mundial sobre Alemania, decide cambiarla, y en la parte superior de la etiqueta hace poner la "V" de la victoria,o “Année de la Victoire” (el año de la Victoria).

Etiqueta con la V de la victoria de Churchill

La aceptación y el éxito no se hicieron esperar, y desde ese entonces, cada año, un artista diferente es el encargado de elaborar un original para la etiqueta. Para las primeras añadas, el Baron Philippe llamó a amigos personales, todos ellos pintores famosos, quienes le mostraron su apoyo. Entre ellos están Jean Cocteau, Leonor Fini, Jean Hugo, Marie Laurencin, Carzou … Esto se mantuvo así hasta 1955. Ese año, Georges Braque, seducido por la originalidad del proyecto, aceptó realizar un dibujo para la etiqueta de Mouton. Braque inició así un modelo a seguir para los mayores artistas de la época, constituyendo un apasionado recorrido a través de la pintura moderna y contemporánea: Masson, Villon, Mathieu, Matta, Alechinsky, Chagall, Soulages, Delvaux, Bacon, Balthus, Warhol, Lucian Freud, a los que se unieron grandes escultores como Lippold, Henry Moore, César et Arman. También fueron seleccionados artistas españoles; entre ellos, Picasso, Dali, Miró y Tapies. Respecto a la etiqueta de Picasso, fue su hija Paloma  la que autorizó la reproducción de una de sus “Bacanales” para la etiqueta de 1973. Muchos de  los artistas fueron amigos personales del Barón. En 1987 muere Philippe. Entonces Philippine, su única hija y actual propietaria del Chateau, decide hacer aun etiqueta en honor  a su padre. Pide al artista Hans Herni su elaboración y en ella aparece el rostro de su padre entre dos racimos de uvas y el perfil de dos carneros.
Etiqueta por Francis Bacon























Etiqueta de Joan Miró






El museo privado


Para los visitantes al Chateau es uno de los momentos de mayor expectativa: cruzar la puerta que conduce a cientos y miles de años en el pasado. Un sitio que, por la proximidad de sus bodegas de barriles y botellas de vino, embriaga y alucina. Denominado "El vino es el arte",  este museo guarda centenares de piezas, todas recopiladas por Philippe de Rothschild entre los años 1950 y 1973. Algunas tienen más de 3.000 años. como dos copas en piedra procedentes de Mesopotamia. Muchas otras poseen incrustaciones en piedras preciosas. Jarras para servir el vino de origen chino, pertenecientes a dinastías legendarias. Dos copas de cristal de roca que pertenecieron a Catalina de Rusia... múltiples diseños y copas en aleaciones de oro y plata.




Bibliografía
Artículo de Maurice Cavenier en Revista Credencial, Edición 123, febrero de 1997, págs. 36-37
http://www.aryse.org/arte-y-etiquetas-de-vino-chateau-mouton-rothschild/
http://www.theartistlabels.com/index.html
http://elcofredelucia.com/index.php option=com_content&view=article&id=761:elartedelasetiquetasdelvino&catid=33:deaquiydealla&Itemid=44